
¿Qué es lo primero que piensas al oír la palabra Diabetes? Seguramente se te venga a la cabeza tu abuelo, tu tía del pueblo o tal vez tu padre. Nada más lejos de la verdad, me llamo Sara tengo 17 años y llevo prácticamente la mitad de mi vida viviendo con diabetes.
Tenía 9 años el verano en que empecé a beber mucha agua y a adelgazar, ¿Quién me iba a decir a mí que mi vida cambiaría para siempre? En menos de una semana pasé de ser una niña normal a una enferma crónica. Imagina que tienes nueve años y tu madre te lleva a una farmacia donde te miran el azúcar por primera vez, 380, la farmacéutica no le da mayor importancia y tu madre, en consecuencia, tampoco. Unos días después, y tras consultar con un médico, te llevan al hospital y pasas una semana rodeada de regalos, familiares y amigos que van a verte y algunos pinchazos. Tras una semana te dicen que puedes irte, te emocionas porque estás deseando volver a tu vida. Lo que con 9 años no puedes imaginar es que tu vida anterior ya no existe.

Pues ese es un poco el inicio de la historia. Puede parecer duro, pero mirando hacia atrás, lo duro aún no estaba ni cerca de llegar a mi vida y a la de toda mi familia.
La diabetes es una enfermedad que afecta a todos los aspectos de tu vida. Recuerdo como si hubiera sido ayer el día que volví al colegio después de estar una semana ingresada. Abrieron un pasillo de niños que me preguntaban si era contagioso y mantuvieron las distancias hasta que les dije que no. Los niños son increíbles. Aún hoy en día, cuando me pincho, no falta la cabecita que se asoma y …me hace la pregunta que más veces he oído a lo largo de este tiempo: ¿Te duele?
Normalmente, las personas recién diagnosticadas pasan por un periodo al que llamamos “luna de miel”; digamos que es un breve periodo de tiempo en el que tu cuerpo gasta la última insulina que le queda. Entonces, no tienes que pincharte mucho y los niveles de glucosa son muy manejables, incluso para una niña de 9 años. La verdad es que mi familia hizo que toda esta situación fuera mucho más manejable para mí. En aquella época, me lo tomaba como un juego. Pero claro, con nueve años, que te dijeran que esto era para toda la vida, no lo asimilé. Por supuesto que me habían dicho que era para toda la vida, pero en aquel momento no me pareció demasiado tiempo.

Al tener diabetes, no solo afecta tu vida como individuo, sino también tu convivencia en la sociedad, y podría daros miles de ejemplos. Desde que todo empezó, yo era la niña que lleva siempre un bolso o una mochila a la espalda para llevar el neceser y comida para las bajadas de azúcar, la niña que lleva su propia comida a las excursiones, la que tiene a sus amigos educados por si me desmayo o la que lleva un sensor en el brazo. Realmente, esto no ha sido un gran problema para mí. Jamás me he sentido o me sentiré avergonzada de mi enfermedad. Es más, la llevo con orgullo porque he pasado por cosas que los demás no. Pero a la vez, es difícil sentirse siempre diferente a los demás, aguantar las preguntas y aguantar la presión de ser responsable de tu salud constantemente, hasta el punto de sentirte agotado.
Las relaciones dentro de la familia son otra de las consecuencias de que uno de los miembros sea un enfermo crónico. Toda la vida familiar comenzó a girar solo y exclusivamente alrededor de la diabetes, la insulina, las agujas… Toda mi familia, pero especialmente mi madre, pasó de ser madre a ser enfermera a tiempo completo, hasta el punto de ni siquiera poder dormir y tener que levantarse varias veces a lo largo de la noche para estar pendiente de mí. Sinceramente, tengo mucha suerte de contar con su amor y apoyo incondicional, que ha sido imprescindible para mí.
Como ya comenté antes, la diabetes por sí misma te hace sentir solo y apartado de las demás personas de tu alrededor. Pero a veces siento que gran parte de la sociedad nos da la espalda. Si entras en un supermercado, verás una sección para celíacos o para intolerantes a la lactosa, pero nunca una para diabéticos.
Mi experiencia con los médicos no ha sido mejor, empezando por el hecho de que el hospital de El Bierzo no cuenta con el personal adecuado para atender a las personas recién diagnosticadas y a sus familias. No hay suficientes especialistas ni recursos para tratar como debe ser a los pacientes y apoyarlos en todo el proceso que esto implica, tanto para los pacientes como para sus familias.

Incluso viajar pasa a ser una aventura. Sin ir más lejos, este año he tenido que coger varios vuelos, lo cual ha supuesto toda una aventura en sí misma. Me pararon en medio del aeropuerto de Dublín porque vieron las insulinas en mi neceser. Incluso los viajes más simples en coche con mi familia, me escribo “DIABÉTICA” con un rotulador permanente, por si tenemos un accidente y nadie puede informar a los paramédicos.
Pero no vengo aquí solo a hablar de lo malo. Si bien es cierto que la diabetes no es nada fácil, no todo es malo. Sin la diabetes, no habría conocido a un montón de gente maravillosa y no habría sido consciente de la gente maravillosa que tengo a mi alrededor. Con esto solo pretendo ilustrar la parte oculta de la diabetes, de la que no se habla tanto como se debería.

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♥️♥️♥️♥️♥️
Maravilloso
Muy buena discripcion de lo que la DIABETES y sobretodo para una niña de tu edad.
Me dijo una vez un médico “” que la diabetes es como una ficha de “” domino”” tiras una ficha y siguen las demás,pudiendo surgir más complicaciones
Donde yo resido ,si tienes “” diabetes”‘ la Farmacia te da un certificado ,para justificar los “” bolígrafos de la Insulina y la quitad de medicinas Un fuerte abrazo